Con apenas 21 años, Natalie Larrañaga se está convirtiendo en una de las referentes del baloncesto femenino de Guatemala. En la temporada 2022-23, su segunda con la Universidad Nacional de Florida, fue nombrada como la mejor jugadora defensiva y consiguió un puesto en el primer equipo de la Continental Athletic Conference (CAC) en la National Association of Intercollegiate Athletics (NAIA).
Su rendimiento de ensueño continuó este año en el Campeonato Centroamericano Femenino 2023 de la FIBA, celebrado a finales de julio en San Salvador, en donde consiguió colocarse como la máxima encestadora de la selección nacional con un promedio de 19.4 puntos por juego, que ayudaron a Guatemala a conseguir la medalla de plata y el boleto al Centrobasket del próximo año.
Bajo el radiante sol de la mañana, nos sentamos con Natalie en la cancha de La Candelaria en Antigua Guatemala para platicar de diferentes temas de su carrera:
¿Cómo empezó tu amor por el basket?
Empezó de una familia deportista. De inicio, el deporte que siempre estuvo en mi vida fue el futbol y conforme fueron pasando los años y con las diferentes opciones para practicar en el colegio, surgió el básquetbol. Ya dentro del básquetbol, ya no salí nunca.
¿Qué significa una pelota de basket para ti?
Felicidad, esfuerzo, disciplina, amigos, familia, muchísimas cosas. Es algo que no me define a mí como persona porque hay muchas cosas más, pero es algo que he disfrutado tanto y le ha dado un sentido a mi vida en los últimos años, me ha hecho ser feliz.
En el Campeonato Centroamericano Femenino 2023 fuiste la mejor anotadora de Guatemala, ¿qué significó eso para ti?
Es muy lindo recibir esos reconocimientos pero para mí fue un campeonato que valoré muchísimo. El ambiente en el equipo está cambiando, las cosas están cambiando y no creo que haya otro campeonato que me haya disfrutado tanto, teniendo ya otro papel en el equipo pero sobre todo siendo ya una familia por primera vez.
Además, consiguieron su clasificación al Centrobasket el próximo año, háblanos de eso.
Detrás del primer, segundo o tercer lugar que podamos ganar en los campeonatos, ganamos el poder continuar con este proceso.
La clasificación al próximo año es simplemente una ventaja para seguir el proceso, seguir entrenando, seguir desarrollándonos y seguir construyendo la meta que queremos completar.
Mencionaste que las cosas están cambiando en el equipo nacional, ¿cuáles son esas cosas?
En este campeonato que tuvimos, fueron 3 o 4 jugadoras que eran más grandes, el resto éramos de 21 años para abajo. En experiencia, por supuesto que nos hace falta muchísimo pero la dinámica y todo lo que pasa afuera de la cancha nos ayudó mucho, el apoyo desde la banca nunca hizo falta y hubo convivencia sana.
¿Cuáles son tus metas a corto y mediano plazo con la selección nacional?
Individualmente es seguir trabajando, siempre hay cosas y detalles por mejorar.
Como grupo nuevo, acoplarnos a las cosas y a las metas que tenemos como país, pero sobre todo seguir trabajando y crear una cultura de trabajo, que simplemente nos llevemos bien y que sea un grupo que se desarrolle no solo individual sino como país.
¿Cómo ha sido tu recorrido en Estados Unidos?
Ha sido un camino de mucho aprendizaje, lo he valorado muchísimo. A los 17 años, cuando partí de Guatemala, fue de las experiencias más difíciles y complejas que he tenido en la vida. Sin embargo, hoy en día me gusta mucho tener la oportunidad de seguir desarrollándome como persona, como hija, como atleta.
Mi meta es graduarme de la universidad allá, me gustaría mucho ser entrenadora y sino dedicarme a jugar profesional.
En la última temporada ganaste el premio a defensivo del año y fuiste parte del primer equipo de tu conferencia, ¿qué significado tiene?
Fue muy lindo. Es un juego de equipo no un juego individual, ningún reconocimiento sería posibles sin tener el equipo que tengo, el entrenador que tengo. Son reconocimientos que valoro mucho y me dan muchas ganas de seguir trabajando, de seguir mejorando y creo que uno de de los aprendizajes más grandes que he tenido en estos años y estando allá, es disfrutarlos. Siempre tener en mi mente y mi corazón la razón por la cual inicié en esto y ser agradecida por las oportunidades que se me dan.
¿Quién ha sido el máximo apoyo en tu carrera?
Mi familia, en esta vida de deportistas tenemos la oportunidad de conocer a muchas personas, a muchos entrenadores, a muchos maestros, a todos le aprendemos algo, pero el apoyo de mis papás, hermanos, abuelitos, tíos, es algo tan genuino y es un sentimiento que siempre acompaña.
El día que inició ese sueño en mí, por más difícil que haya sido para mis papás dejarme ir, simplemente me dejaron ir. Hoy lo valoro y les agradezco infinitamente lo que han hecho por mí. Ellos son igual de merecedores de los reconocimientos que he tenido porque nada hubiera sido posible sin ellos.
Háblanos ahora de tus tatuajes, ¿cuál fue el primero?
Mis tatuajes han sido una manera representativa de llevar a mi familia y los aprendizajes que más me han marcado en la vida.
El primero significa la primera vez que salí de mi casa, mis papás se sentaron conmigo antes de salir del país y me dijeron que “no importaba en donde iba a estar, que ellos siempre iban a estar conmigo” y mi mamá me dibujó una estrella y por esa razón me tatué una estrella en el brazo.
Me encantan mis tatuajes y aún quedan algunos más por hacer, pero que no se entere mi papá (risas).
